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Renzo Piano. Humildad de artesano, osadía de inventor

May 16, 2008

La concesión del Premio Pritzker de Arquitectura reconoce la trayectoria de este arquitecto genovés, asociado a su pesar con la estética de la alta tecnología, cuyo edificio más conocido es el centro Beaubourg de París.

E1 abuelo, el padre y cuatro tíos de Renzo Piano (Génova, 1937) fueron constructores. Así que cuando a los 17 años le dijo a su padre que quería ser arquitecto, éste le contesto: ¿Sólo arquitecto? ¿Y por qué no constructor? Aquella respuesta no la olvidó. Mientras estudió Arquitectura en el Politécnico de Milán, y a lo largo de su carrera, ha unido siempre la labor del arquitecto a la del constructor como una condición necesaria. Piano no olvida, frente a la moda de las arquitecturas dibuja das, que la razón del proyecto es ser construido; que la misión del arquitecto es pensar y construir, no sólo crear sino ejecutar; abordar los problemas globalmente y también desde los detalles.

Para él, que ha crecido entre constructores, la obra es ese lugar donde el equipo es importante. La obra es también el lugar donde se conocen los materiales y se aprende de ellos; y es sobre todo el banco de pruebas en el que se desvanecen muchas pretensiones formales. En este sentido, Renzo Piano optó desde sus primeros proyectos por un camino en el que cualquier diseño está supeditado al conocimiento de los materiales y a sus comportamientos, si bien tiene el punto de audacia necesario para ir siempre más allá de lo conocido.

Cuando él y Ríchard Rogers, junto con la ingeniería Ove Arup, idearon el Centro Beaubourg de París, dibujaron una estructura de piezas tan novedosa que toda la industria francesa del acero se negó a fabricarlas, argumentando que no resistirían. Sin embargo, Piano sabía que podía hacerse y consiguió que la empresa alemana Krupp aceptase el pedido y fabricase las piezas. Según explicó más tarde, solo el conocimiento exacto del material y de su comportamiento les permitió una independencia de diseño hasta ese punto.

Potencia formal
La construcción del Beaubourg, situó a Renzo Piano, de manera indeseada, dentro de la estética de la alta tecnología. A ello ayudo la colaboración en el proyecto con Richard Rogers, uno de los representantes de esta tendencia y la polémica que suscitó el edificio. En él, los hallazgos técnicos quedaron empequeñecidos por la potencia formal que despedía y después de aquello Renzo Piano se distanció abiertamente de cualquier debate ideológico y se dedicó a construir pequeños encargos que le ayudaran a rehacer una imagen más acorde con sus inquietudes.

Un punto de inflexión fue el museo para la Colección Menil en Houston y la manera en que lo resolvió, con una refinada utilización de los materiales y una tecnología, mucho más sofisticada que la del Beaubourg, pero menos pretenciosa. El rasgo más destacado es la cubierta de las salas de exposición, en donde una delgadas hojas de hormigón armado, atravesadas por una viga de acero de celosía, hacen las funciones de cubierta, ventilación y control lumínico.

Después de la Menil, el prestigio de Piano como arquitecto constructor creció y fue invitado a numerosos concursos. Uno de ellos fue el del nuevo aeropuerto para la ciudad japonesa de Osaka. Antes de entregar su propuesta, Piano pidió al cliente que le diera un paseo en barco por la bahía. Los responsables japoneses aceptaron un tanto sorprendidos y cuando estaban en medio del mar, mirando a tierra, le preguntaron: “¿Señor Piano, dónde cree que debe hacerse el aeropuerto?” Piano contesto: “Aquí”. Así fue como se construyó, contra toda expectativa, una isla artificial para alojar el aeropuerto.

El desafío de construir en medio del mar sólo lo hubiera aceptado alguien que conocía bien los riesgos. Piano investigó las corrientes de aire e ideó una cubierta que actúa como hito sobre la bahía y que además realiza funciones aerodinámicas no sólo en el exterior, sino también con los flujos que recorren el interior. Según Piano, Kansai es un instrumento de precisión, un hijo de las matemáticas y la tecnología.

Cumplidos los 60 años, Renzo Piano, hijo y nieto de constructores, ha conseguido el reconocimiento del Pritzker sin apartarse de su veneración por la técnica, evitando en todo momento ser un esteta. Con la humildad del artesano y la osadía del inventor.

Aurora Fernández Per. Publicado en El Correo - 29/04/1998



 




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