Facebook Pixel

Norman y Peter se reparten el pastel

May 13, 2008

Los máximos galardones de la arquitectura, el premio Pritzker y el Mies van der Rohe, concedidos recientemente al británico Norman Foster y al suizo Peter Zumthor, reflejan dos maneras opuestas de entender la profesión.
Entre ellos media la distancia que hay entre la ilusión y el escepticismo.
No son los estilos, o las teorías los que les separan. A pesar de que aparecen como hitos contrapuestos en medio del barullo arquitectónico, la lejanía entre Norman Foster y Peter Zumthor no es etiquetable, ni se mide por metros de acero, o de madera maciza. La diferencia nace de una actitud vital, tan distinta, que imposible sería si no se reflejara en sus obras.
Estos días, un malévolo destino ha querido que el rutilante arquitecto inglés y el díscolo constructor suizo se encuentren en los titulares y compartan los honores máximos de la profesión. Foster ya había ganado el Mies van der Rohe, auspiciado por la Unión Europea, hace unos años; Zumthor será, probablemente, unos de los próximos Pritzker; hoy te toca a ti, mañana a mí, parecen decirse -con buen rollo- desde un periódico a otro.
Ciñéndome a los datos, Norman Foster llega al Pritzker con 63 años, 35 de profesión, 500 empleados en sus estudios de Londres, Berlín y Hong Kong, dos aeropuertos construidos, varios rascacielos, una red de metro, y una lista interminable en donde las obras se agrupan, no ya por países, sino por continentes. Por su parte, Peter Zumthor recibe el Mies van der Rohe con 56 años, apenas 20 desde que abrió su estudio, alrededor de 15 ayudantes y una lista de edificios que no sobrepasa la decena, todos a menos de dos horas en coche desde su taller, en la aldea suiza de Haldenstein.
El contraste es abrumador, pero no es suficiente para explicar por qué Foster y Zumthor representan posturas tan contrapuestas en el mapa arquitectónico.
Norman Foster era un chico de clase obrera, nacido en un suburbio de Manchester, que estudió toda su carrera con becas, hasta que abrió estudio con su amigo Richard Rogers y sus respectivas esposas. Del visionario americano Buckminster Fuller, con quién colaboró, había heredado el entusiasmo por las estructuras, que le permitían crear grandes espacios con mínimos cerramientos. Así nacieron sus primeras obras: las oficinas de Willis, Faber & Dumas (1975) y el Centro de Artes Visuales de Sainsbury (1978). En los diccionarios de la época se destacaban por su tecnología, más bien por su alta tecnología (high tech). El joven Foster estaba empeñado en hacer el edificio más ligero posible y los demás lo confundieron con un tecnócrata de ingeniería. Pero su entusiasmo no resultó dañado y cuando recibió el encargo del Hongkong & Shanghai Bank (1979-1986), en la bahía de Hongkong, no vaciló al crear un rascacielos en donde el propio edificio tenía el aspecto de una máquina gigantesca. Desde luego que usó alta tecnología, pero, de una manera tan desenvuelta, que el resultado era, simplemente, buena arquitectura. Norman Foster aprovechó aquel momento para inaugurar la era de los arquitectos- estrella. A su talento, une una eficacia muy atractiva para los clientes, que se traduce en la buena ejecución de la obra y en un aceptable cumplimiento de los plazos.Era deseado por los alcaldes de medio mundo y él volaba de un lugar a otro pilotando su jet privado,-hizo el servicio militar en la Royal Air Force- lo que siempre es un punto. Pero, por encima de todas estas cualidades y peculiaridades, destaca su poder de seducción. Recuerdo que cuando ganó el concurso para el Metro de Bilbao lo explicaba con tal brillo en la mirada, con tal pasión, que era imposible no contagiarse. Utilizaba continuamente conceptos como espíritu de trabajo, entusiasmo, poesía, sacar ventaja de las vicisitudes...
Años más tarde le oí en Barcelona, en aquella locura que fue el Congreso la Unión Internacional de Arquitectos. En medio del caos organizativo, tomó un micrófono y, en mangas de camisa, se dirigió a miles de estudiantes en mitad de una plaza pública. Para entonces, Sir Norman Foster había incorporado a su discurso el concepto de ecología y lo defendía con la misma ilusión que lo había hecho antes con las estructuras ligeras. Hablaba del aeropuerto de Chek Lap Kok, en el nuevo Hongkong en términos de arquitectura sostenible. Se esforzaba por desprenderse definitivamente de la incómoda etiqueta del high tech ante las nuevas generaciones a pesar de que llevaba a cabo la restauración del Reichstag, en Berlín, que acaba de inaugurarse estos días, -con una cúpula que las malas lenguas dice que le plagió a Calatrava-, pero él prefería charlar sobre los poblados de Centroamérica y defender la arquitectura socialmente responsable. Seguía siendo un seductor y el público lo aclamó.
El jurado del Pritzker destaca en su acta que el premiado “cuida apasionadamente del entorno... Desde sus primeros proyectos, apostó claramente por la más avanzada tecnología adecuándola al proyecto y consiguió resultados acordes con el lugar...La dimensión social de su trabajo se traduce en poner todo su esfuerzo para transformar y mejorar la cualidad de vida”.
Aún no sabemos que dirá el jurado cuando le conceda el Pritzker a Peter Zumthor, pero seguro que la palabra pasión no figurará en el acta, porque lo de Zumthor no es la pasión, aunque tampoco es el hombre frío y austero que aparenta. Lo suyo es más bien una permanente actitud crítica frente a todo, al estilo de los viejos montañeses, huraños y descreídos.
Construye a partir de las imágenes de su memoria, de las sensaciones que le gustan, de las sugerencias del lugar. Nunca le he oído a Zumthor hablar del bienestar de los usuarios, ni de los beneficios que reporta su obra. Construye para él, ajeno al tiempo y al presupuesto, con la certeza de que sus obras permanecerán, sin importarle demasiado la aceptación del público.

Aurora Fernández Per. Artículo publicado en El Correo - 21/04/1999



 




close  
condiciones

a+t guarantees to fulfill that which is established by the Spanish Personal-Data Protection Act 15/1999 and all other applicable legislation. a+t adopts the technical, organizational, and security measures required to guarantee confidentiality and integrity of the information.
If you want to unsuscribe from a+t newsletter click here.



close     
condiciones cerrar

Subscribe to our newsletter

Enter your Email:
checkbox I've read and agree to terms and conditions
If you want to unsuscribe click here

SUBMIT

condiciones

If you want to become a part of a+t team, please send us your CV here: aplust@aplust.net






close  

A+T

cerrar
We use own and third-party cookies to improve your user experience with us. If you continue to use this site we will asume that you are accepting this + info > x