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El Paseo del Prado de Madrid está de enhorabuena por partida doble: al trío de museos existentes y recientemente ampliados (Prado, Thyssen-Bornemisza y Reina Sofía) se suma el nuevo Centro Caixaforum tras la rehabilitación de la antigua Central Eléctrica de Mediodía.
Por otro lado, y tras años de polémica, rencillas políticas e intereses encontrados que culminaron con una revuelta ecologista liderada por una aristócrata muy popular, se ha aprobado la que parece ser modificación definitiva al proyecto de reforma de este importantísimo eje urbano de Madrid, uno de los de mayor impacto en la imagen urbana de la ciudad dada su evidente trascendencia simbólica.
El plan, cuyo equipo redactor está liderado por Álvaro Siza, pretende reducir el congestionadísimo tráfico que discurre por el Paseo en un 30%, tras la disminución del número de carriles disponibles y la ampliación de las aceras laterales que actualmente no superan 1,5 m de anchura en algunas zonas. A la reducción del tráfico se suma la mejora de la vegetación, los pavimentos y el mobiliario.
El proyecto se ha topado con la furibunda contestación por parte del gobierno de la Comunidad de Madrid y la derecha mediática asociada a éste cuando ya gozaba del consenso por parte de todos los partidos con representación en el Ayuntamiento de la ciudad. Las razones aducidas por sus opositores se basan en que con la reforma la movilidad Norte-Sur se verá muy perjudicada, proponiendo para ello un túnel bajo el bulevar histórico, olvidando, al parecer, que la ciudad acaba de invertir más de 4.000 millones de euros en el soterramiento de más de 6 km de la autovía de circunvalación más cercana al centro con el fin de facilitar dicha movilidad.
En cualquier caso, la reforma comienza a ver la luz, y hace pocos meses se inauguró la peatonalización de la Cuesta de Moyano, una obra sencilla, silenciosa y bien ejecutada en una vía que comunica al Paseo de Prado con el Parque del Retiro.
Al otro lado del Paseo, las obras del nuevo Centro Caixaforum trajeron consigo la mejora del los espacios aledaños, que deberán integrarse en la red de espacios públicos prevista para el Barrio de las Letras, donde se ha limitado, con gran éxito, el tráfico privado a residentes y vehículos de servicio. La banca propietaria del centro adquirió el solar contiguo a la estación eléctrica, donde se situaba una estación de servicio, con el fin integrar al edificio en el Paseo del Prado, construyendo una plaza pavimentada con hormigón tintado bajo la que se esconde el auditorio de la institución. Este espacio, al igual que los bajos del edificio (resultantes de haber hecho flotar toda estructura sobre tres nuevos soportes) y la plaza lateral son de uso público si bien mantienen una titularidad privada.
El proyecto se basa en la conservación de la fachada de ladrillo de la antigua central eléctrica, la supresión del zócalo de granito que la sustentaba y su sustitución por una nueva estructura apoyada en tres puntos, la adición de dos plantas más bajo una nueva cubierta de acero cortén taladrado que permite pasar la luz y la construcción de un auditorio bajo la plaza frente al Paseo del Prado. En esta plaza, un muro vegetal obra de Patrick Blanc ameniza la visión y proporciona frescor.
Al rodear el edificio, el hormigón tintado como pavimento deja paso al granito de la nueva Plaza de las Letras, abierta frente a la antigua serrería belga y futura sede del centro de creación contemporánea Intermediae-Prado (véase a+t 29, pp 136-147)

Imágenes realizadas por Javier Arpa, disponibles bajo pedido.

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