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La obra se sitúa en el distrito más denso de los analizados y se trata de una intervención que viene a descongestionar un tejido residencial saturado.

La inclusión en la manzana de un programa híbrido –viviendas subvencionadas para jóvenes, guardería, escuela primaria y campos de deporte– permite una reinterpretación de las posibilidades tipológicas de la manzana en el ensanche de Cerdà, con una relación directa entre el interior y la calle y una fractura del frente construido que no impide la lectura del elemento urbano original. No obstante, la fachada de las viviendas plantea una proporción y ritmo de huecos cuya relación con el entorno es más cuestionable.

En cuanto a las ventajas que este tipo de programa aporta al contexto, no sólo son destacables las propias de los equipamientos comunitarios, sino también la revitalización de la población con un tipo de usuario cada vez más escaso en los ensanches burgueses del siglo XIX.

Fotos realizadas por Javier Arpa.