Plecnik y sus biznietos
May 07, 2009
Joze Plecnik. Parapetos de los Tres puentes, realizados con aglomerado. Liubliana, 1930-32
Desde la distancia, entornas los ojos y lo que divisas de Eslovenia es el destello de la obra de Joze Plecnik y unos chispazos de quienes podrían ser sus biznietos. Una vez allí, -en este joven país de dos millones de habitantes, veinte mil kilómetros cuadrados y un pib per cápita similar al de España,(wiki pedia dixit)- el panorama empieza a definirse y las proporciones de la primera impresión se van reajustando.
Efectivamente, Plecnik es omnipresente, sobre todo en Liubliana, donde su mirada sigue vigilante, no sólo desde las grandes intervenciones, como la Biblioteca Nacional, o la Mutua Aseguradora, también desde los bancos, las luminarias o los parapetos sobre el río. Es el Plecnik del día a día, el que usaba aglomerado en vez de granito para estirar el presupuesto, el Plecnik monumental y práctico a la vez. Un heterodoxo con apariencia de clásico, un rebelde frente a los rebeldes.
En Liubliana su obra se mezcla con la de sus discípulos, y con la de los discípulos de sus discípulos y así hasta llegar a las de los jóvenes que representan la tercera generación de arquitectos d. P. (después de Plecnik). Entre él y ellos está la arquitectura del periodo socialista, hecha por la primera generación, con Edvard Ravnikar a la cabeza, que ha conseguido también dejar su impronta en la ciudad. Su obra principal es el conjunto de la plaza de la República, un proyecto urbano de grandes equipamientos y espacios públicos, que cumple los objetivos políticos del momento. Es significativo que todos los equipos mencionen a Ravnikar como una de sus influencias más importantes y apenas se refieran a Plecnik, como si evitaran entrar en arenas movedizas. (“La obra de Plecnik es muy compleja y sólo él sabía sus razones” –me dice Matija Bevk, de Bevk Perovic). Ravnikar aparece como el alumno que se atrevió a renegar de su maestro, que se atrevió a ser ecléctico y que usó el derecho a equivocarse. Esa capacidad de riesgo es, tal vez, su nexo con la generación actual, aunque no fue él sino su hijo, Edo Ravnikar, profesor en la facultad de Liubliana, el encargado de transmitir el testigo a esta última hornada.
Todos ellos (Sadar Vuga, Bevk Perovic, Ofis y Dekleva Gregoric) se formaron durante los primeros años de la independencia y la mayoría completó sus estudios en la Architectural Association de Londres o en el Berlage Institute de Ámsterdam, de la misma manera que Plecnick se formó con Otto Wagner en Viena, por establecer comparaciones, con la diferencia de que ya no era un individuo sino un grupo generacional. Fundaron sus estudios a finales de los noventa y no me resisto a comparar ese momento con el periodo de entreguerras, en el que la obra de Plecnik se desarrolla con el impulso del recién estrenado reino de de Yugoslavia. Ahora es el nuevo estado independiente el que necesita equipamientos, promociones de vivienda social y edificios institucionales.
Los concursos los ganan los jóvenes equipos, ante la pasividad de la generación anterior, la que ha hecho posible la independencia y parece haberse agotado en el esfuerzo. Cuenta Bostjan Vuga, de Sadar Vuga que estaba aún estudiando en la AA de Londres cuando ganó el concurso para la Cámara de Comercio, (Sadar Vuga, Liubliana, 1999), el primer edificio público representativo de la joven Eslovenia. Y añade, casi con abatimiento que en los diez años transcurridos desde entonces han realizado entre 70 y 80 proyectos en el estudio. Da una idea de la cantidad de arquitectura que está generando el país, porque el ritmo es similar en el caso de Bevk Perovic y lleva camino de serlo en el de Ofis, aunque la crisis también está ralentizando la actividad.
No voy a hablar aquí de los estudios, porque lo haré en próximas entregas, sólo añadir que cuando te acercas, hay chispazos que siguen brillando y otros que se convierten en cenizas. Las fotos no siempre cuentan cómo es la realidad.
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