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El objeto del proyecto es la urbanización de la Calle A de la ciudad de Barcelona, necesario como consecuencia del impacto que supone la aparición de los viaductos elevados de la línea 9 del metro.
La Calle A está situada en el extremo sudoeste de Barcelona, bordeando los terrenos del polígono industrial de la Zona Franca. Tiene un ancho aproximadado de 47 m, una longitud cercana a los 3 km y una topografía prácticamente plana.
El lugar no tenía un carácter urbano, y es precisamente este aspecto el que se previó cambiar con el proyecto, en parte por la próxima llegada del metro, en parte por la inminente transformación urbanística de este sector de la ciudad.

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