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Un volumen compacto y homogéneo concentra la totalidad de las viviendas en el lado Oeste de la parcela, liberando el resto de superficie como jardín trasero para los residentes. El proyecto hace frente a la corriente tendente a identificar a cada habitante con su casa. Esta escuela ha dado lugar a la construcción de edificios donde cada vivienda se diferencia al exterior de las demás y a ella debemos algunas fantasías cosméticas o volumétricas de dudosa calidad.

Aquí, por el contrario, una piel neutra de bambú envuelve viviendas con doble orientación y se apoya sobre un zócalo verde. Uno, al visitarlas, no puede menos que acordarse de la “arquitectura blanda y peluda” que Dalí le espetara a Le Corbusier mientras éste “parecía tragar sapos y culebras”...

Fotos realizadas por Javier Arpa.