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Bram e Isabel compraron una antigua granja con un granero adosado.
En lugar de acondicionar todo el volumen tomaron la decisión de habilitar únicamente la mitad contigua del edificio anexo, que sigue manteniendo una estrecha relación con la vivienda. Esta decisión supuso un ahorro económico importante al acometer únicamente la renovación de la superficie justa que los propietarios iban a necesitar en una primera fase. Las divisiones interiores entre la cocina y la parte del granero sin acondicionar están realizadas con perfiles metálicos convencionales para invernaderos de plantas, lo mismo que el volumen exterior acristalado que sobresale de la fachada. La intención ha sido conservar todo lo posible la atmósfera de esta construcción, de manera que se siga percibiendo el ambiente rural de la granja original.

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