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"Una vez superada la innegable emoción –consecuencia de la inmediatez y eficacia de estas acciones arquitectónicas– y la profunda sensación de capacitación profesional que surge al ver nuevamente a los arquitectos comprometidos con los asuntos cotidianos, una vez superado todo esto, debemos afrontar una serie de preguntas complejas. En primer lugar, ¿qué pretendemos lograr a través de esta incursión en una arquitectura sin edificios e incluso en algunas ocasiones, sin arquitectos? En cierta medida, debemos reconocer que algunos de nosotros buscamos en este fenómeno lecciones sobre cómo y dónde encontrar oportunidades de trabajo. Es difícil observar estos proyectos oportunistas y no imaginar inmediatamente después oportunidades similares para nosotros mismos y para nuestras comunidades. Después de todo, ¿qué barrio no se beneficiaría con mejores espacios públicos, aparcamientos para bicicletas, una piscina, una playa o una huerta? Pero detrás de este oportunismo tan saludable, ¿qué podemos aprender de estas acciones extra-arquitectónicas o post-arquitectónicas para que puedan nutrir a la arquitectura misma? Porque si sólo nos aprovechamos de las oportunidades, sin reflexión alguna, corremos el riesgo de habernos refugiado en los colectivos ciudadanos hasta que vuelvan los concursos y los grandes encargos y, de ser así, habremos aprendido poco de esa experiencia".

Extracto del artículo de David Goodman, "Project and Action. Sobre las propuestas audaces", publicado en la revista a+t 39-40, Reclaim.