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Para esta residencia de estudiantes, el proyecto se centra en la calidad de la vivienda que se proporciona. El tamaño del edificio requiere por normativa de un pasillo doble que condiciona todo el proyecto. A este corredor se le suman unos patios interiores comunicados entre sí. Los patios, además de animar la vida en el interior del edificio, se comportan como sus pulmones: el aire fresco entra desde el jardín por la planta baja y asciende hasta la cubierta, donde es expulsado. Así, todas las habitaciones disponen de ventilación natural cruzada aun teniendo una única exposición.

Por motivos económicos, se decidió emplear un sistema estructural de módulos prefabricados. Dada su mayor resistencia, ya que deben soportar los esfuerzos originados durante su transporte, se pudieron volar ciertas partes, abrir huecos en la estructura y patios interiores. Además, el retranqueo que obliga la normativa se obtiene con una composición dinámica de la fachada, que rompe la escala manteniendo la unidad del edificio. El colorido de los patios interiores se refleja también en la fachada, poniendo al edificio en relación con el resto del campus y dirigiendo los recorridos  peatonales desde la Grand Avenue.

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