Facebook Pixel

Los vestidos de Barbie

May 27, 2008

Los vestidos de Barbie

Artículo realizado por Xavier González

Ojos azules o castaños, pelo rubio o negro, piel blanca o morena, el aspecto de la famosa muñeca se cambia para facilitar la identificación (local) de cada niño. Sin embargo, el cuerpo de todas las Barbies es idéntico y el molde es el mismo, por encima de estas pequeñas diferencias. Incluso si sus medidas recuerdan (en reducido) a las de Naomi Campbell (86-58-81) o a las de Claudia Schiffer (96-62-92), su cuerpo representa, antes que nada, un modelo, la sublimación universal de la mujer estándar y de su belleza.
Pero más allá de este cuerpo globalizado, la muñeca es, principalmente, el soporte de sus vestidos; vestirla, es, para empezar situarla, en un lugar, un clima, o en un acontecimiento.
Sari, traje de baño, chándal, o traje de noche; los vestidos de Barbie, como las envolventes de la arquitectura doméstica, visten un cuerpo tipológico idealizado y dan cabida a sus usos estandarizados. Cada uno, a su manera, contribuye, en el exterior, a inventar un ambiente, un mundo imaginario, una escenografía, un decorado donde se desarrolla la narración.

Hombre estándar/Casa estándar
Sin duda, el Hombre-Nuevo-2, traumatizado por el paisaje urbano y arquitectónico heredado de la producción de viviendas en masa, prefiere, antes que nada, la diferencia a la uniformidad, es “La verdad de lo particular... la sensibilidad posmoderna para la que todas las modas son válidas, el mosaico de las modas que demuestra la desaparición de la modernidad, como fin de una evolución que podría parecerse a un progreso” (1) Hoy en día, la búsqueda de diversidad, influye indistintamente en el diseño, en la moda o en la arquitectura. La moda, ha reaccionado creando el vintage o acudiendo a la personalización (customizing) como medio de diferenciación. Sobre la base de la ropa en serie, se transforma el objeto, bien sea por una intervención directa sobre el tejido (envejecimiento), o bien por un collage de varios añadidos. Este proceso permite obtener a partir de productos estándares, piezas únicas, que integran también lo defectuoso o lo aleatorio.
El arquitecto, se enfrenta a una exigencia idéntica y paradójica: responder, por una parte, a la diversificación de la demanda, al anhelo de ser diferente, y por otra, a la necesidad de integrar en el proyecto una superabundancia de normas y de ordenanzas que penalizan cualquier evolución tipológica. El proceso de establercer el formato de la vivienda está en marcha, la generalización de las normativas europeas sobre vivienda anticipa y prefigura, quizás, lo que está por venir.
El tema de la estandarización, en este momento ya no afecta a la envolvente, como en los años sesenta, sino, principalmente, a los modelos tipológicos de la vivienda y a las normativas, cada día más abundantes, que los rigen. Éstas son, de hecho, los nuevos componentes de la construcción: superficies mínimas, directrices de instalaciones, normas constructivas, térmicas, acústicas, de seguridad, de accesibilidad para las personas de movilidad reducida...

Estandarización de las superficies

El área de las viviendas varía según los tipos. Oscilan entre una media de 25 m2 para los estudios, 42 m2 para las de dos habitaciones, 61 m2 para las de tres, 73 m2 para las de cuatro y 88 para las de cinco. Estas superficies no han evolucionado en veinte años y sin embargo, deben integrar dentro de sus límites los amplios radios de giro de las nuevas normas de accesibilidad para personas discapacitadas. La aplicación de este reglamento ha supuesto una cristalización del modelo y una aceleración de la estandarización de las propias habitaciones. Los salones tienen como media 19 m2, la cocina 7,5 m2 (3,60 x 2,10 m) debe contener seis elementos de 0,60 x 0,60 m (ellos mismos normalizados) y una distancia mínima de 1,50 m delante de cada uno. La habitación principal (2,80 x 3,80 m) debe ser accesible para una persona con movilidad reducida. Las demás varían entre 9 m2, como mínimo, y 10 m2. El bloque sanitario (2,30 x 1,70 m) está determinado por el radio de giro de la silla de ruedas (1,50 m) y por la anchura de la bañera (0,70 m), mientras que su longitud (1,70 m) define la anchura del cuarto de baño. Además los recorridos deben tener un paso libre de 0,90 m o 1,20m.
Esta rigidez del modelo se refuerza a veces por las tradiciones constructivas locales. Algunos países como Francia u Holanda han conservado el sistema de encofrado túnel, con lo que la anchura del vano estructural, que varía de 5,40 a 5,60 metros es a la vez separación constructiva y matriz de la división interior de la vivienda.

Estandarización de los componentes de las instalaciones
Por razones evidentes de mejora de la productividad y para poder responder adecuadamente a la homogeneización de las normativas comunitarias, las empresas han estandarizado igualmente la mayor parte de los productos y componentes industriales de las instalaciones. El material eléctrico, los electrodomésticos (frigoríficos, fregaderos, muebles de cocina, todo está modulado a 0,60 metros), los aparatos sanitarios, los azulejos, los tabiques, las puertas e incluso el color queda establecido a partir de la gama RAL. “La homogeneización de las necesidades y de los componentes de consumo forma parte de las líneas maestras, que caracterizan al nuevo entorno internacional de la empresa...” (2) Estos ejemplos pueden parecer secundarios, pero participan de un espíritu general y contribuyen al dimensionamiento de las piezas.
Una reciente encuesta sobre la vivienda ha puesto de relieve un detalle curioso: algunas personas criticaban a los arquitectos que diseñaban cocinas demasiado pequeñas con puertas infradimensionadas, lo que hacía prácticamente imposible la colocación de un frigorífico americano de dos puertas, objeto de diferenciación y de fantasía...

Estandarización de los usos
Durante los años 70 se realizó una investigación por sociólogos, en torno al tema de la vivienda y a los usos dominantes. Los resultados han determinado el perfil de la familia tipo y han dado lugar a un esquema de organización espacial que hace referencia a lo que se llama los “modelos culturales del hábitat” (3) La organización interior está determinada por un conjunto de polaridades espaciales complementarias. Fuera-dentro, espacio compartido-espacio privado, delante (calle)-detrás (jardín), expuesto-oculto, día-noche, limpio-sucio, seco-húmedo... Esta división ha originado una matriz funcional idealizada que parece que contiene todas las cuestiones formuladas por las personas interrogadas. Se ha convertido en el modelo incuestionable y su aplicación permite obtener una etiqueta de “calidad” y por tanto se trata de la manera de conseguir, de forma sencilla, la financiación de un proyecto de vivienda social. Estas orientaciones están integradas generalmente dentro de la estimación de cargas de los promotores, que se ponen sobre la mesa desde la primera reunión con el arquitecto. “Estas soluciones prestablecidas paralizan toda evolución. Tienden a constituir modelos reutilizados sin modificaciones de una operación a otra. De esta forma, se produce una ruptura entre hábitat y modo de vida. El primero asentado en el conglomerado de la reglamentación y la normativa, mientras el segundo continúa con su proceso de evolución y transformación. Estos modelos no forman parte del aparato legislativo, pero son dictados y regulados por él mismo” (4) Enfrentados a este nuevo reparto de cartas, los arquitectos asisten, sin reaccionar, al desplazamiento progresivo de la estandarización de lo de fuera, hacia una estandarización de lo de dentro; de lo visible (la fachada) a lo no visible (el espacio privado). Este fenómeno conduce a una globalización de la vivienda en Europa, a un desprendimiento progresivo de las especificidades locales y al final, a la paralización de toda investigación tipológica aplicada al hábitat.
Solamente algunos arquitectos de prestigio, apoyados por promotores iluminados han conseguido escapar a esta limitación. “Actualmente, se construyen productos obsoletos, que ya no corresponden al modo de vida, ni a las aspiraciones de la mayor parte de la gente (...) Para mí era importante abrir un hueco. Némausus o Saint Ouen no valen tanto como modelos, sino porque denuncian una situación bloqueada” (5)
Examinando los proyectos a los que Jean Nouvel hace referencia y que han sido ampliamente publicados, o viendo algún que otro proyecto de viviendas notable, “los arquitectos de lo estándar” se ponen a soñar. ¡Cómo dejar de hacerlo, si es como si contemplaran el último desfile de Galliano para Dior! Arrancando de la colección un detalle, un material, un color, un accesorio tienen la impresión de formar parte también de la fiesta, de estar en la tendencia. Vistiendo a su muñeca, la niña también sueña. Se identifica en parte con el cuerpo idealizado, con sus vestidos que le cuentan historias. Después de todo, Barbie es un poco ella misma.

De la vivienda estándar a la envolvente libre
Para paliar esta uniformidad del “cuerpo” del hábitat y con el fin de responder a los deseos de diferenciación de los futuros compradores, los arquitectos, cansados, abandonan progresivamente el campo de la investigación doméstica por el de la envolvente y el de la apariencia. Multiplican las ofertas formales, el juego de materiales y las variaciones de estilos, en un campo, que como el de la ropa, es particularmente sensible a la moda.
Este fenómeno supone el fin de una coherencia, una progresiva dislocación en el seno del proceso de elaboración del proyecto arquitectónico entre pensamiento, tipología y morfología. La fachada se convierte en un simple envoltorio, los arquitectos en estilistas de vestidos intercambiables que visten a los cuerpos estandarizados de la vivienda.
Es sin duda, en algunos proyectos de MVRDV, donde el concepto de “vestidismo” aparece de una manera explícita y es asumido como tal. El ejemplo de las casas de Ypenburg ilustra perfectamente esta voluntad de estandarización del “cuerpo tipológico” y del cuerpo social. La uniformidad creada por la reducción formal y la repetición está compensada por una profusión de materiales, de ensamblajes y de colores que valora la diferencia y adula a la identidad. Los edificios de Unterföhring participan de esta misma intención. El programa de viviendas ha sido sustituido por un “parque” de oficinas. Si la repetición y la implantación de los volúmenes, reducidos a simples paralelepípedos recuerdan a aquellos de Ypenburg, Unterföhring es un auténtico desfile de moda. El espíritu mismo del proyecto, como también el de Ypenburg, es el de una colección con una temática dominante y una declinación estilística. Se trata de recrearse en los arquetipos de la casa o del edificio de oficinas.
Estos ejemplos son la demostración de la forma en que el concepto vestidismo puede ser desarrollado con talento, cinismo e incluso llenarse de fantasía. Sin embargo, MVRDV nos ha demostrado, con las casas-patio de Ypenburg o con el Silo, que la investigación tipológica puede tener todavía interés y convertirse en un importante foco de investigación sobre el hábitat.
La trayectoria de Edouard François muestra, por el contrario, la cara de la situación esquizofrénica a la que se enfrenta el arquitecto. En el “edificio que crece” o en el “edificio con plumas”, adopta un sistema en el que lo vegetal es a la vez muro y vector poético. En el primer proyecto, la fachada está formada por un envoltorio de gabiones de piedra, a la vez soporte potencial de la vegetación. En el segundo, está compuesta por una “corona” periférica de jardineras con bambús albinos.
Estos dos ejemplos suponen la búsqueda y la experimentación con nuevos materiales, incluyendo a la naturaleza, en tanto que componente de la arquitectura. Este trabajo de investigación a futuro está enfocado por completo hacia el re-vestimiento de la vivienda, en el que la tipología se ha reducido a la simple reconducción del modelo estándar. Como si existiera un pacto tácito, se produce una ruptura en el proceso de producción del hábitat, un reparto de las competencias entre un interior escondido, dominio controlado por el promotor y un exterior visible, soporte de la “etiqueta de la marca” atribuido al arquitecto. La técnica de venta toma rápidamente el relevo y las operaciones inmobiliarias se bautizan como: Residencia de las Artes, Puertas del Parque, Residencia del Océano, La Fábrica, el “edificio con plumas” o el “edificio que crece”. El arquitecto ha perdido su ambición social y la ha convertido en poco más que un decorado, un guardarropa, un producto del marketing con unos objetivos comerciales claramente identificados.
Hormigón visto, perfiles de vidrio en U, metal oxidado, zinc, policarbonato celular, madera baquelizada, serigrafía, gabiones, ladrillo, colores, pliegues, líquidos o arquitectura blub, vegetación en las fachadas, toque suizo o germánico, fractal o low-tech, los arquitectos están bajo en influjo de las últimas tendencias. El minimalismo se desfonda y Holanda llena todas las revistas de arquitectura.
Herzog y de Meuron, Koolhaas y Sejima con Prada; Portzemparc y Piano con Vuitton; Gehry con Miyake; Ando con Armani. Los equipos que unen las firmas de arquitectura con las firmas de moda están ya establecidos. Venecia, Orléans, Rotterdam son las pasarelas, las revistas de arquitectura les impulsan siguiendo el ejemplo de los magazines de moda. Mientras tanto, el prêt à porter para la masa espera su hora, aguarda los próximos desfiles, las últimas tendencias, los nuevos accesorios.

¿Existe todavía algo que inventar?
Observando el resultado actual de la arquitectura se pueden sacar las conclusiones siguientes: · El arquitecto se ha convertido en un actor entre otros muchos que actúan sobre el proyecto, el cual se definirá a partir de ahora en concertación con otros socios como son: las asociaciones de variado carácter, los arquitectos municipales, los de monumentos históricos, los responsables de seguridad, los bomberos, los ingenieros, las empresas de construcción... · El desarrollo de las herramientas tecnológicas y digitales interacciona cada vez más sobre el proceso mismo del proyecto. · Emerge una cultura “glocal” híbrida, resultado a la vez de la globalización de los intercambios de ideas o de modelos y de un enraizamiento en el lugar, en las exigencias culturales locales.
Todo programa comporta una parte de aleatoriedad que el proyecto debe integrar ofreciendo en su composición cierta flexibilidad, con el fin de responder a cualquier variación del mercado. A esto se añade la necesidad de diversificar las ofertas de productos para responder mejor a las aspiraciones de diferenciación de la población

Artículo publicado en a+t 22. Densidad IV.

Notas
(1) Marc Augé: Non-lieux: Anthropologie de la surmodernité, Ed. Seuil 1992, p. 38
(2) Ibidem, p.12
(3) Henri Raymond: Paroles d’habitants, une méthode d’analyse, Ed. Harmattan
(4) Sociabilité et intimité des logements d’aujourd’hui. M. Eleb, A.M. Châtelet, Ed. Harmattan, p.44
(5) Ibidem, p. 45



 




cerrar  
condiciones

Si deseas formar parte de a+t ediciones, envíanos tu currículum a la siguiente dirección: aplust@aplust.net






cerrar  
condiciones cerrar

Suscríbete a nuestro newsletter

Introduzca su email:
checkbox He leído y acepto las condiciones de uso
Si quiere darse de baja pinche aquí

ENVIAR

condiciones

a+t, garantiza la seguridad y confidencialidad de los datos personales introducidos a través de este formulario y todo ello al amparo d elo dispuesto en la Ley Orgánica 15/1999 de Protección de Datos Personales así como su normativa de desarrollo.
Si no desea recibir futuros mensajes electrónicos de a+t, piche aquí.



cerrar     

A+T

cerrar
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu experiencia de usuario. Si continuas navegando consideramos que aceptas estas cookies + info > x