A Better Place to Work
a+t 43
ISSN 1132-6409
ISBN 978-84-617-1519-0
English/Español
160 Páginas
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Al espacio de trabajo contemporáneo se ha llegado tras sucesivas compresiones y descompresiones. Primero fue la oficina jerárquica taylorista. Después, se pasó a la oficina racional, luminosa, ordenada y con cubículos personales que asignaban a cada trabajador el aire para respirar que le correspondía. Más tarde, se volvió a la apertura de la oficina paisaje, con disposiciones libres, rodeadas de vegetación, que anticipaba la desmaterialización del puesto de trabajo.
Ahora estamos en un estado mucho más fluido, que consiste en la especialización del espacio y en la expresión de la marca. Diversidad e identidad. El espacio de trabajo debe responder, no sólo a las dos tareas básicas ya conocidas –trabajo individual y trabajo en grupo– sino también a las tareas de aprendizaje y socialización.
A Better Place to Work es el primer número de la serie WORKFORCE, dedicada al diseño de espacios de trabajo.
"...Al espacio de trabajo contemporáneo se ha llegado tras sucesivas compresiones y descompresiones. De la oficina taylorista, jerarquizada, con deficientes condiciones higiénicas y un horario inamovible, que absorbía la vida privada del trabajador, se pasó a la oficina racional, luminosa, ordenada y con cubículos personales que asignaban a cada trabajador el aire para respirar que le correspondía. Después vino otra vez la apertura de la oficina paisaje, con disposiciones libres, rodeadas de vegetación, que anticipaba la desmaterialización del puesto de trabajo.
Ahora estamos en un estado mucho más fluido, que consiste en la especialización del espacio y en la expresión de la marca. Diversidad e identidad. El espacio de trabajo debe responder, no sólo a las dos tareas básicas ya conocidas –trabajo individual y trabajo en grupo– sino también a las tareas de aprendizaje y socialización. Por su parte, la marca forma parte del programa y sus valores deben visualizarse a través del espacio..."
"La oficina ha existido de una forma u otra a lo largo de la historia como un complemento administrativo al poder centralizado del Estado. El Palacio de los Uffizi en la Florencia de los Medici o el Banco de Inglaterra son ejemplos destacados. Las primeras oficinas comerciales aparecieron en las ciudades industriales del norte de los Estados Unidos a finales del siglo XIX. Con la invención del telégrafo y el teléfono, las oficinas pudieron situarse fuera de la vivienda o de la fábrica y mantener el control sobre la producción y la distribución a mercados lejanos. Las nuevas tecnologías como la iluminación eléctrica, la máquina de escribir y la calculadora permitieron acumular grandes cantidades de información y procesarlas más rápida y eficazmente. La concentración de riqueza en las nuevas empresas requirió una proporción cada vez mayor de población preparada para trabajar en las 'fábricas de cuello blanco'.
En Chicago, el principal nudo ferroviario del medio oeste estadounidense, tecnologías como la estructura de acero y el ascensor permitieron construir edificios de oficinas más altos que revalorizaron el territorio al máximo. Estos fueron los primeros edificios de oficinas especulativos y, en general, siguieron el diseño tradicional de salas independientes conectadas por pasillos. Las plantas se apilaban para generar la máxima revalorización. Esta lógica del beneficio definió la skyline de Chicago y Nueva York a principios del siglo XX.
El arquitecto americano Louis Sullivan fue un pionero en el estudio de la articulación formal del edificio de oficinas en altura. La delicada ornamentación naturalista y una forma contundente condensaron su visión mística de una nueva y vital democracia basada en la industrialización..."