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Rem Koolhaas: “Todas las arquitecturas son supervivientes”

December 21, 2009

Rem Koolhaas: “Todas las arquitecturas son supervivientes”

Foto realizada por Blommers/Schumm. Copyright: OMA.

Versión íntegra de los autores de la entrevista publicada en el suplemento Babelia de El País, bajo el título Vivimos un urbanismo loco (19/12/2009).

Esta entrevista había sido preparada a la antigua, con preguntas a Rem Koolhaas sobre los temas importantes de su discurso, sobre las ideas que trata en sus escritos, pero después de haber asistido a su conferencia en Burdeos (Ville d’aujourd’hui, vies de demain, les grandes conférences d’architecture, organizada por arc en rêve centre d’architecture), creemos que el Centro de Congresos de Córdoba, único proyecto de OMA en España, recientemente retomado, resume muchas de sus preocupaciones actuales. Trata de la convivencia entre modernidad y espontaneidad, del futuro de la arquitectura entre lo icónico y lo genérico, de la pervivencia del modelo de ciudad tradicional, de la ambición de las ciudades y sus capacidades financieras, de la supervivencia de la arquitectura grande en momentos de crisis...

Rem Koolhaas aparece en la dramática nave central de L’Entrepôt Lainé, poco iluminada y con un auditorio provisional montado para la ocasión, en medio de una instalación de arte y enfrentado a un público mayoritariamente joven y sumiso.
Habla de naturalidad y de artificialidad, de que la arquitectura se debate en una duda permanente sobre esa dualidad.
“Uno de los resultados de esta duda es nuestra incapacidad para reconocer la vida en otro lugar que no sea el centro de las ciudades. Esta duda ha condenado a los barrios, a pertenecer a una condición obligatoriamente secundaria, sin otorgarles ninguna capacidad para vivir y ser felices. Al mismo tiempo nos sentimos incapaces de reconocer que los proyectos de los años sesenta, setenta y ochenta son portadores de valores. Es una incapacidad para valorar nuestro pasado reciente, que ha sido condenado a una amnesia inmediata. Esta duda es algo que nos cuesta muy caro. Nos cuesta el placer de las ciudades. Nos cuesta también el placer de lo desconocido y de la aventura, que puede que sea lo esencial de la ciudad”.

Muestra una foto en blanco y negro de un tiempo indefinido, de un espacio público dominado por la niebla, con farolas encendidas durante la noche. No se ven los edificios. Arremete decidido contra los excesos del diseño urbano.
“En el nocturno contemporáneo no se ve lo urbano, sino el espacio público definido por medios artísticos, por el diseño. Se empieza a reconocer que puede que el diseño de espacios públicos sea el medio más represivo que existe, dentro del gran número de estrategias que hemos imaginado para desnaturalizar la ciudad. Soy consciente de que es una palabra rara, pero la ciudad ha sido desnaturalizada por un exceso de diseño. El diseño como medio de exclusión. ¿En qué situación estamos en este momento? Convivimos con la ausencia de manifiestos, con la ausencia de reflexión arquitectónica. Por lo tanto llevamos una vida ideológica que no comprendemos en absoluto. Lo que yo puedo hacer es teorizar sobre las consecuencias del sistema de mercado dominante en los últimos veinte años. Y ¿cuáles son las consecuencias de este sistema sobre la arquitectura? Porque en realidad, el mercado ha implicado un trasvase enorme del sector público hacia el sector privado y ha eliminado el zócalo sobre el que se apoyaba el arquitecto, que antes era un servidor de lo bueno y que ahora se ha convertido en un servidor de lo privado. El arquitecto ha cambiado completamente de estatus y el fenómeno actual del starchitect es una mera compensación por este cambio”.

Se lamenta de las críticas que recibe.
“Yo me siento como el mensajero de otro mundo, que dice que existen otros fenómenos, pero la relación se ha convertido en una especie de diálogo de sordos. Han preferido de una manera un poco simplista, creer que era yo el que estimulaba el mercado, el shopping, la tecnología de la manipulación. Que era yo el que amaba la ciudad como laberinto comercial, cuando, al contrario, solo he tenido la curiosidad de ver si era posible vivir en una situación así. Se me ve como el Señor Anti-contexto, pero este nombramiento es ambiguo, porque también se dice lo contrario, como si fuéramos unos fetichistas del contexto, como todos los demás”.

Describe la ciudad asiática.
“De golpe, nos enfrentamos a una muy distinta tipología de ciudad -la ciudad no occidental-, que encontramos completamente incoherente, pero que podemos analizar como objeto urbano, que se establece en situaciones fáciles y que evita las relaciones difíciles, como las de las orografías complicadas. Ciertamente la ciudad no occidental es una ciudad oportunista, pero al mismo tiempo tiene la capacidad de desplegar por todos lados una cultura urbana mediante prototipos que entre nosotros no podrían funcionar con esa misma lógica”.

La toma con una ciudad americana prototipo de vida saludable, agradable y pacífica.
“El problema de nuestra incapacidad para comprender verdaderamente la ciudad lo podríamos resumir en un solo nombre: Vancouver. Una ciudad canadiense, pacífica, que se ha convertido en el modelo, in absentia de otros, de ciudad más o menos correcta, más o menos simpática, más o menos bla, bla, bla”.

Refuerza su posición con una afirmación de orden moral.
“Nuestra incapacidad para modernizar nuestro propio concepto de lo urbano nos ha conducido a un urbanismo loco, que aparece por todos lados, que nos rodea, con su mediocridad, con un simbolismo sostenible de la peor calaña, con un cinismo verde, una nulidad del espacio público que se ha convertido en un espacio de exclusión cada vez más radical. Nuestra agencia ha intentado escapar de todo esto. Por eso es por lo que hemos lanzado hace algún tiempo la idea de una arquitectura genérica, inspirada en Erasmo, Lutero y Calvino, asumiendo así nuestro calvinismo”.

Al día siguiente, en la terraza del hotel Saint James en Bouliac, con Burdeos entre la bruma, Rem Koolhaas responde relajado.
PREGUNTA. Justamente en este momento de crisis que atraviesa España, el proyecto de Córdoba va a comenzar -después de siete años desde que usted ganó el concurso-, gracias a una serie de cambios en las instituciones y a la coincidencia de la candidatura de Córdoba como Ciudad Europea de la Cultura para 2016. Esto parece un hecho espontáneo, o se trata más bien de una conjunción astrológica. Nos gustaría saber cuál es su sentimiento sobre la forma en que el proyecto va a seguir adelante.
RESPUESTA. Es un poco paradójico. Usted habla de astrología y estoy de acuerdo. He tenido siempre un sentimiento muy fuerte de que esto iba a pasar, sobre todo porque es como un hecho que sólo ocurre en un momento dado. Es algo que Rosa [Aguilar, antes alcaldesa de Córdoba, ahora Consejera de Obras Públicas y Transportes en la Junta de Andalucía] ha querido hacer. Es una persona poco frecuente en el mundo político, con verdadera consistencia. Al mismo tiempo, yo he tenido desde siempre serias dudas sobre la implicación del sector privado en todos los edificios públicos. Creo que en Europa, desde hace diez años, hay una enorme contradicción entre las ambiciones y el dinero y siempre podremos encontrar formas exóticas para que las ambiciones políticas se satisfagan. A veces, se da uno cuenta de que la implicación del sector privado no es siempre la solución, porque los intereses son muy diferentes.
En un momento dado fui yo quien sugirió cortar el edificio en dos, creyendo que eso podría aclarar cuál era el dominio, el interés y la responsabilidad del sector público. Reduciéndolo, hemos contribuido a establecer una escala y un programa que puede ser más puro, más clásico y más representativo de qué es lo público. Creo que lo que ha sido una verdadera coincidencia es que la crisis permita este tipo de clarificaciones más atractivas, en las que se evidencia que el sector privado ha influido con su problema en todos los aspectos del edificio.

P. Ha debido de ser duro para usted proponer el corte del edificio, ¿no?
R. Mmm, no, porque he ido allí varias veces y en un momento dado me di cuenta de que en términos arquitectónicos era totalmente posible. Nunca he tenido la menor dificultad para imaginar las cosas de otra manera.

P. ¿La parte que ha desaparecido ha sido la de los elementos privados, precisamente los usos lucrativos, los que pensaban rentabilizar la operación?
R. Quizás en teoría estaba pensado así, pero no estoy seguro de que fuera a ser algo rentable.

P. ¿Usted no cree que, en Europa, la incorporación de lo privado al ámbito de lo público es la solución?
R. Desde hace veinte años se utiliza este término public-private partnership, pero cada vez más se observa que se ha convertido en una oportunidad para que lo privado anteponga sus objetivos al bolsillo vacío de lo público. No es que se haya convertido en una lucha, pero en estos veinte años las relaciones han sido bastante tensas, y únicamente en los últimos diez años, lo público ha comenzado a saber cómo imponer sus propios intereses. Al principio era lo privado el que ganaba y lo público estaba realmente oprimido. Desde que han aprendido a corregir estos errores, se ha encontrado otra manera de dominar a lo privado, incluso sin dinero en el bolsillo. Pero creo que siempre existe una gran ambigüedad en la mayoría de este tipo de experiencias.
Evidentemente es el camino lógico, el problema es que se acumulan las indeterminaciones de los dos sectores. Y eso es lo que lo hace verdaderamente complejo, porque lo político ya es inestable de por sí, y si a eso se le añade la inestabilidad de lo privado… Hay que tener una concepción muy fuerte y una firme voluntad por las dos partes, para que la relación se llegue a convertir en una verdadera colaboración y yo no he tenido esa sensación en Córdoba.

P. Nos gustaría aprovechar el caso de Córdoba para saber cómo ve a la sociedad española desde el punto de vista de la convivencia entre lo espontáneo y la modernidad, que es una de sus preocupaciones actuales. Usted critica la artificialidad de Europa y la contrapone a la realidad de los países emergentes, en donde la espontaneidad genera una convivencia más natural entre lo moderno y lo existente. Usted tiene también la experiencia de Oporto, donde ha construido la Casa da Musica. ¿No cree que los países del sur de Europa no han perdido aún esa espontaneidad y pueden convivir mejor con la modernidad?
R. No me gusta generalizar. No veo necesariamente cosas en común entre los diferentes países del sur. He intentado trabajar en Italia y nunca lo he conseguido; he tratado, insistentemente, trabajar en España y sólo ahora lo voy a conseguir en Córdoba, a pesar de que lo persigo desde hace veinte años. Considero que este país, no es que sea reacio a lo que hacemos, pero es resistente en otros términos y es de difícil acceso. Creo, sencillamente, que en España tienen una manera muy local de hacer las cosas y saben muy bien lo que necesitan. No les hacen falta las intervenciones extranjeras. Hasta ahora sólo hemos conseguido tener éxito en Oporto, aunque lo que me interesa verdaderamente es trabajar con las condiciones locales y el savoir-faire local. Siempre he tenido ganas, pero quizás sea un problema de lengua, de dificultad de comunicación.

P. Nosotros creemos que España es todavía un país donde la convivencia entre lo viejo y lo nuevo es posible y donde hay lugar para lo espontáneo.
R. Quizás sea verdad, pero no sé la razón. Puede que la modernización haya empezado más tarde.

P. ¿O que tal vez no haya empezado realmente?
R. Yo creo que se está desarrollando, pero tal vez estos países estén más contentos con ellos mismos. No estoy en absoluto de acuerdo con que en el sur sean más ingenuos y en el mundo anglosajón más rigurosos. Creo que cada proyecto tiene una ecología totalmente diferente y es muy raro que haya un proyecto que no requiera, por parte del arquitecto, un esfuerzo por defender su razón de ser. Creo que muy poca gente puede decir: ‘yo voy a hacer esto en este tiempo, ¡hagámoslo!’. Casi nadie. Creo que era más frecuente en el pasado, pero tal vez esto sea también una ilusión.

P. ¿Usted cree que el proyecto de Córdoba será un superviviente de la crisis?
R. Según mi experiencia, todas las arquitecturas son supervivientes.

P. ¿Tiene usted un perfil en Twitter, o es otra persona quien le suplanta?
R. En Twitter, ¿qué es eso? ¡Ah, Twitter! No, no soy yo.

Autores: Javier Mozas y Aurora Fernández Per



Centro de Congresos de Córdoba. Imagen de la propuesta original, 2002. Copyright: OMA


Centro de Congresos de Córdoba. Imagen del proyecto modificado, 2009. Copyright: OMA


 




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