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No es necesario que se trate de una zona de ocio para que la estancia en un espacio público se convierta en una experiencia. Basta dar la oportunidad para elevarse y contemplar el entorno, transferir un trozo inesperado de paisaje, producir un efecto de microclima, o proponer actividades. Consumir experiencias forma parte de nuestra lista de necesidades y el espacio público será atractivo en la medida en que sea capaz de provocarlas.

El proyecto es una adaptación de la propuesta ganadora de un concurso infantil. Tres recintos ovalados alternan distintos efectos: inundación, surtidores y pulverización. Cada lámina y cada efecto tienen su propia secuencia de funcionamiento. Los tiempos pueden ser regulados en función de la época del año.

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